Allá por el 2001, cuando empezábamos a ir a las primeras matinés... una vez, una ÚNICA vez, escribí inocentemente mi nombre y mi mail en una lista para que saliera más barata la entrada. La realidad es que con trece años no se me ocurrió que poner el correo verdadero sería un problema. Al igual que mis compañeros, sólo quería que empezara nuestra primer noche en Pachá.

Hoy, casi diez años después, no se si puedo afirmar imperativamente que "lo barato sale caro", sólo puedo decir que me tienen los huevos al plato con los mails de los boliches!