La belleza del alcohol reside en la ambigüedad de sus efectos:

Dificulta lo simple, pero factibiliza lo imposible.
Genera tanto problemas, como el valor para afrontarlos.
Nubla la vista mientras esclarece las dudas.
Y como decía el ebrio de Shakespeare: estimula el deseo, pero frustra la adecuada ejecución.

Salud!